Previntegral, la consultora de prevención de riesgos laborales con quien la ACCAC tiene un acuerdo de colaboración, hace un balance de los 20 años de aplicación de la ley.

En estas fechas se han cumplido veinte años de la aprobación de la  Ley de Prevención de Riesgos Laborales en España; es un buen momento para mirar atrás y analizar ya con perspectiva histórica lo que han dado de sí estos veinte años de una ley que en ese momento nos homologaba como país respecto a los más avanzados de la Unión Europea.

Si nos quedáramos con el análisis frío de la evolución de los índices de siniestralidad desde el año 1995, observaríamos que desde la publicación de la Ley, no sólo la siniestralidad no se mitigó, sino que fue claramente en aumento hasta 2001. Esto se explicaría, entre otros factores, porque efectivamente, no se produjo una expansión de técnicos de prevención en la gran mayoría de empresas del estado hasta el año 2000 a 2001, paralelamente con la actuación inspectora y asesora de las administraciones que también se vio aumentada, y la de los propios sindicatos. Desde entonces, la siniestralidad ha ido bajando con una clara caída entre el periodo comprendido entre 2007 y 2012 debido claramente a la importantísima crisis económica que hemos vivido, y aún estamos viviendo.

Lejos de la frialdad de las cifras, muchos de nosotros hemos vivido la tristeza y implacabilidad de los siniestros laborales en personas conocidas o desconocidas, amistades, familia o en nosotros mismos, lo que ha ido contribuyendo a tomar conciencia sobre una problemática que tiene mucho de estructural en una sociedad como la nuestra, con poca cultura preventiva, y mucho del vivir "en el día a día" o a corto plazo; la prevención de riesgos laborales no puede entenderse únicamente como una estrategia personal o empresarial a corto plazo.

El marco preventivo del que nos hemos dotado en España en estos años tiene una fuerte carga legislativa, se ha forjado a "golpe de BOE", hecho de por sí necesario, pero creo que al final también ha supuesto que se generaran obstáculos a la prevención real o sobre el terreno, dando paso a una prevención "de papel" o meramente formal para cubrir el expediente y evitar sanciones, pero que realmente en la práctica no garantiza la seguridad del trabajador en el desarrollo de su tarea. Si algo hemos aprendido en todos estos años es que la prevención debe comenzar... y terminar dentro de la propia empresa, pasando por los asesores externos que sean necesarios (Servicios de Prevención, consultorías, administraciones, sindicatos...), pero no será suficientemente efectiva sin la participación, implicación e integración de la propia empresa.

Esta etapa "del papel" debe quedar, y está quedando, atrás ya que en el entorno económico tan competitivo en el que estamos inmersas todas las empresas, la falta de siniestralidad y absentismo en ellas no sólo es una garantía de continuidad, sino que también de competitividad. Son numerosos los estudios económicos que así lo corroboran, pero pienso que sólo hay que apelar al sentido común para entender que esto tiene que ser necesariamente así; sin una buena salud del trabajador no puede haber competitividad.

Visto de dónde venimos, y donde estamos, hacia dónde tenemos que ir, pues, todos juntos para seguir avanzando en este ámbito? Para responder a esta pregunta, podemos tener en cuenta uno de los principios fundamentales del juego de ajedrez: "cuando tienes una ventaja posicional o material, aunque sea pequeña, simplifica la posición para llegar a un final ganador".

Siguiendo esta premisa, y para llegar a un buen final, creo que tenemos que ir hacia un periodo de simplificación y practicidad de las cosas. El entorno y la realidad del momento así nos lo exige. Es cierto que ha habido algunas iniciativas legales en este sentido, pero creo que no han tenido éxito; igualmente, habría que cambiar determinados aspectos normativos y sectoriales.

Hay elementos clave sobre la mesa que hay que resolver en un futuro no lejano, y adaptarlos a la nueva y futura realidad, que no tiene nada que ver con la que había hace veinte años. Por citar sólo algunos, sería la formación en materia preventiva de los trabajadores (hay que plantearse cómo resolver la necesidad de inmediatez de la realización de la misma, modalidades posibles para ejecutarla, etc.), especialización sectorial de los Servicios de prevención Ajenos, voluntariedad o no de reconocimientos médicos en determinados puestos de trabajo o tareas, o bien cómo afrontar uno de los riesgos presentes y futuros como son los que tienen que ver con aspectos psicosociales (estrés, depresión, acoso, etc...).

En conclusión, pues, una vez pasado el reto de sentar las bases de la prevención de riesgos laborales en este país, ahora es necesario que llegue hasta el último rincón de cualquier puesto de trabajo, de una manera rápida, efectiva y real. Los tiempos de la realidad virtual han quedado atrás, ahora vivimos la realidad en "tiempo real". Nos va nuestra salud, y la de las futuras generaciones.

 Autor: Rossend Prat, director técnico de Previntegral

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