Esta tradición de 120 años se ha convertido en una pieza fundamental en el sistema educativo catalán para trabajar aspectos formativos como la convivencia o la relación con la naturaleza más allá de los espacios formales.

Esta tradición de 120 años se ha convertido en una pieza fundamental en el sistema educativo catalán para trabajar aspectos formativos como la convivencia o la relación con la naturaleza más allá de los espacios formales.

Las escuelas y entidades de tiempo educativo aprovechan la llegada del buen tiempo para disfrutar de los entornos privilegiados de las casas de colonias, que un año más ofrecen una gama amplia de actividades como excursiones en bicicleta, hípica o deportes de aventura. Esta tradición de 120 años se ha convertido en una pieza fundamental en el sistema educativo catalán para trabajar aspectos formativos como la convivencia o la relación con la naturaleza más allá de los espacios formales.

Las primeras colonias organizadas en el Estado datan en 1887 pero en Cataluña no hubo colonias hasta el 1893, año en que la Societat Econòmica d’Amics del País ofreció una estancia en La Garriga, Les Corts y Sarrià (cuando estos dos últimos eran municipios independientes del plan de Barcelona) para un centenar de niños y niñas.

Aunque Cataluña empieza a hacer tarde colonias, su difusión será notable desde la primera tanda. La importancia de la burguesía catalana, la tradición del excursionismo o el contacto con el resto de Europa y sus realidades educativas eran factores que no se daban en otros lugares del Estado y que hicieron que la actividad adquiriera una importancia singular.

Las colonias, sin embargo, tomaron impulso a partir del 1906, cuando el Ajuntament de Barcelona empezó a organizar para contrarrestar la penosa situación sanitaria y para ampliar la labor que se desarrollaba en la escuela, pero en un marco muy diferente: el tiempo de vacaciones. La actuación municipal fue considerada modélica en todo el Estado y las colonias escolares se popularizaron en breve en otras poblaciones catalanas.

Otras instituciones, como la iglesia católica o la Diputació de Girona, también comenzaron a ofrecerlas pero en los inicios de la dictadura las iniciativas particulares se anularon y fue el Ministerio de Educación Nacional que puso en marcha un programa de colonias para los alumnos de las escuelas estatales.

A partir de los años 50, empresas y entidades financieras pudieron organizar actividades de vacaciones y en la década siguiente escuelas 'progresistas' empiezan a hacer salidas, basándose en los referentes de la renovación educativa previa al franquismo. Los centros de esplai nacen a finales de los 60 y las colonias también se convierten en una alternativa educativa al del tiempo libre cotidiano de los niños.

Pero es con la llegada de la democracia que la situación se normaliza y las colonias se pueden organizar libremente por particulares (escuelas, AMPA, centros de esplai, grupos de escoltismo, entidades vecinales, ...). La demanda de instalaciones por parte de las escuelas va aumentando, hasta el punto que se convierten las clientas principales de las casas de colonias, que se adaptan a las nuevas necesidades hasta ofrecer un gran abanico de ofertas pedagógicas. La Associació de Cases de Colònies i Albergs de Catalunya (ACCAC) nace en 1986 fruto de esta tendencia.

Durante estos 120 años de historia las colonias, nacidas con vocación fundamentalmente higienista, han evolucionado hasta consolidarse como uno de los máximos exponentes de la educación en el tiempo libre y una pieza fundamental en el sistema educativo catalán para trabajar aspectos de la relación personal y la convivencia. Estas colonias, organizadas a lo largo del calendario escolar, son las que han conocido la mayoría de niños y niñas catalanes en las últimas décadas.

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