Ir de colonias, participar en un esplai o hacer extraescolares son actividades de ocio educativo que tienen una importancia capital en el desarrollo personal y social de los niños y jóvenes. Así lo establece la Convención de los Derechos del Niño, que reconoce el derecho al ocio y responsabiliza a las administraciones de garantizarlo.

El derecho al ocio se ha asociado cada vez más con el derecho a la educación en igualdad de oportunidades, de acuerdo con el carácter educativo del tiempo de ocio. Últimamente, el tiempo libre ha ido adquiriendo cada vez más reconocimiento social, también entre los diferentes poderes públicos. Hay más niños y niñas que participan en actividades de ocio y más oferta que nunca.

A pesar de esta importancia creciente, la crisis económica ha comportado en los últimos años un retroceso en la inversión pública en este ámbito educativo. Esto ha supuesto que sea uno de los más afectados por las desigualdades sociales en el acceso, y con carencias importantes en cuanto a la protección jurídica y en el desarrollo de políticas públicas que garanticen el ejercicio efectivo por parte de los niños y las niñas.

Así lo constata el Síndic de Greuges en el Informe sobre el derecho de los niños y niñas al tiempo libre y en las salidas y colonias escolares (2014). Destaca las dificultades que tienen los niños y las niñas socialmente desfavorecidos a la hora de acceder en igualdad de oportunidades a las actividades de ocio educativo, tanto en el entorno escolar como fuera de este. Además, con respecto a la oferta de ocio, detecta que también son causas de desigualdad las razones de género, de edad y territoriales.

Se constata que el capital económico y cultural de la familia de origen son factores importantes de desigualdad en el acceso al ocio. Este hecho se explicaría fundamentalmente por razones relacionadas con diferencias en la valoración del uso del tiempo libre por parte de las familias en función de su capital educativo, y también por razones de carácter económico relacionadas con los costes de acceso.

Se constata que el capital económico y cultural de la familia de origen son factores importantes de desigualdad en el acceso al ocio. Este hecho se explicaría fundamentalmente por razones relacionadas con diferencias en la valoración del uso del tiempo libre por parte de las familias en función de su capital educativo, y también por razones de carácter económico relacionadas con los costes de acceso.

Otro colectivo especialmente vulnerable en este ámbito son los niños y niñas con discapacidades, que a veces necesitan personal de apoyo y garantizar la accesibilidad del lugar de la salida. Al respecto, la asociación de organizaciones de personas con discapacidad física Ecom ha elaborado la guía Excursions i colònies per a tothom, que se dirige a maestros y profesionales del ocio educativo para ayudarles a la hora de planificar las salidas para que las personas con discapacidad física puedan participar.

Y es que muchos centros consideran las colonias como una actividad complementaria para que se realizarán fuera del centro, en horario extraescolar y comportan un gasto extraordinario para las familias. Así, algunos alumnos y alumnas dejan de participar y ven limitado su acceso. Pero hay que tener presente que las colonias se insertan en el proyecto educativo de los centros y es una actividad educativa básica reconocida por la Ley de Educación de Cataluña (LEC) a la que han de poder asistir todos los niños y niñas.

Para que las colonias sean inclusivas, el Síndic de Greuges llama a garantizar el derecho al ocio de los niños, niñas y jóvenes, sea cual sea su condición. Propone a las escuelas facilitar su accesibilidad con medidas como el establecimiento de cuantías máximas o el fraccionamiento de las cuotas. Por otra parte, también sugiere que se adopten medidas para reconocer los docentes que participan.

En esta línea, reclama ayudas para fomentar el acceso del alumnado a estas actividades en igualdad de oportunidades tanto en centros públicos como concertados y garantías que el gasto público destinado dirija efectivamente a estas ayudas para los niños y niñas, como dicta la LEC.

Y es que si bien es cierto que el sector del ocio educativo está fuertemente comprometido con la equidad (son numerosas las iniciativas para compensar las desigualdades y los recursos que se destinan), es clave que las administraciones y la sociedad reconozcan su valor educativo y la importancia para el fomento de la inclusión y la cohesión social. Es necesario que se desarrollen, en definitiva, medidas de garantía para que el acceso al ocio de todos los niños, niñas y jóvenes sea en condiciones de igualdad.

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