Los cuentos son especialmente últiles también para enseñar la lengua materna, motivar el uso del lenguaje correcto y enseñar una expresión oral clara. Pero el narrador debe disfrutar y vivir el cuento, ya que esta es la única forma de llegar al auditorio y hacerlo partícipe.
Tipologías de cuentos
Los cuentos se pueden clasificar en cuatro categorías:
1. Cuentos de hadas: Comprenden todas las narraciones de aventuras, aparezcan o no las hadas, y son un elemento imprescindible para que el oyente se introduzca en la literatura y pueda apreciar plenamente. Este cuentos pueden ser morales, si transmiten al oyente conocimiento popular o ideas, y cuentos que no pretenden inculcar ningún tipo de pensamiento sino que sea el oyente quien saque sus propias conclusiones.
2. El cuento burlesco: Aquellos que narran historias divertidas, incluso absurdas. Su principal objetivo es entretener y hacer reír, aunque podemos encontrar ciertos contenidos morales escondidos detrás de las exageraciones de los personajes.
3. Parábolas de la naturaleza: Se basan en hechos científicos, y permiten al oyente que vea el mundo desde un punto de vista diferente al suyo, ya sea en el contexto social, geográfico o personal. Esto facilita que el niño o la niña aprenda valores como la empatía o la generosidad.
4. El relato histórico: Los que narran hechos o biografías pasadas, generalmente de gran trascendencia. Procuran entretener, a la vez que fomentan valores positivos y enaltecen acciones nobles y desinteresadas, haciendo que el niño o la niña humanice la historia.
Establecer una clasificación de cuentos según la edad es muy difícil, pero los cuentos de hadas suelen ser adecuados para niños y niñas de entre 7 y 8 años, mientras que las parábolas de la naturaleza y los relatos históricos son ideales cuando los niños y niñas empiezan a cuestionarse todo lo que les rodea.
Cómo elegir un cuento
El primer paso para contar un cuento es elegirlo. Basándose en las preferencias de los niños y las niñas, algunas de las características que éstos buscan en un cuento son:
- Acción rápida y continua: El texto debe ser ligero y cada párrafo debe ser relevante, ya que los niños y las niñas están pendientes de lo que hacen los personajes. Las descripciones o las explicaciones pueden restar interés al cuento.
- Sencillez y misterio: Los lectores deben poder visualizar la historia, y por ello el contar debe basarse en objetos y personajes cotidianos, que sean conocidos por el oyente pero que fuera de su contexto el atrapen y lo motiven a escuchar el relato.
- Elementos reiterativos: Aunque no es un elemento indispensable, las repeticiones, en diferentes grados, ayudará a los oyentes a entender perfectamente el cuento. Además, el esfuerzo mental que necesitarán para seguir el encadenamiento de las repeticiones sin perderse los estimulará positivamente y los motivará a esforzarse.
Un buen ejercicio para seleccionar correctamente un cuento es visualizarlo, conseguir captar los matices, las características de su contenido para transmitirlo en el auditorio. El material en literatura infantil es amplio, pero los niños/as no tienen ningún problema en escuchar un cuento que ya conocen, y lo aceptarán de buen grado.
Cómo adaptar el cuento
Una vez seleccionada una narración o un cuento, en ocasiones, el segundo paso será adaptarlo. Por ejemplo, si un relato es demasiado largo, habrá que prescindir de las tramas secundarias, personajes inútiles y aquellos detalles irrelevantes que no aportan nada al argumento principal.
La finalidad es unir el planteamiento y el desenlace a través de un trama rápida y ágil conformada por los hechos imprescindibles del relato. Si con estas modificaciones aún no la hemos acortado suficiente, habrá que intentar abreviar algunos pasajes u omitir los menos trascendentes.
Si por el contrario tenemos una narración demasiado corta, habrá ampliarla, inventando detalles interesantes que sean consistentes con la historia que se cuenta. En estos casos, hay que tener cuidado con los añadidos, y cuidar de la preparación del final: es necesario que el desenlace transmita la sorpresa y la emoción que se espera de un cuento.
En ambos casos, habrá que mantener una continuidad lógica, que el cuento constituya un objeto único, un estilo sencillo y que tenga un desenlace bien preparado.
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Cómo explicar el cuento
Hechas la selección y la adaptación, llega el momento de explicar el cuento. La figura más importante es, obviamente, la del narrador/a, quien deberá haber asimilado el cuento para poder explicarlo. Si el/la narrador/a no siente ningún tipo de interés por el relato, si no se siente dispuesto a transmitirlo o no le entusiasma, no conseguirá motivar o implicar al público, y fracasará en su objetivo de entretener.
Más allá de esto, el/la narrador/a debe conocer perfectamente el cuento. Un momento de duda, olvidar un hecho esencial y que recapitular o una repetición involuntaria pueden arruinar una narración. Aunque es preferente conocer el relato más que memorizarlo, hay excepciones en que es necesario saberse perfectamente el texto, como cuando es particularmente bello o característico.
Antes de iniciar el relato, el/la narrador/a puede repasarlo breve y mentalmente para recordar la esencia y conseguir transmitirla desde el principio. Para que la narración llegue correctamente a todo el mundo es preferible que los oyentes se sienten en un semicírculo no demasiado extenso, que haya silencio antes de iniciar el relato y una vez comenzado no pausar la narración si no es por un caso de fuerza mayor.
Para una correcta narración hay:
- Utilizar expresiones sencillas, cortas y palabras claras.
- Hacer uso de la voz, el cuerpo y el movimiento para apoyar la narración. Por ejemplo, nos podemos valer de la modulación de la voz, la mirada inquieta o la gesticulación para marcar correctamente la forma dramática de las situaciones, siempre que se utilice de forma natural.
- Conseguir una narración tranquila, sin prisas y mostrarse confiado y seguro en todo momento.
- Anticipar las bromas y dejar tiempo para saborearlas.
- Evitar hablar demasiado alto para así prevenir el agotamiento tan del narrador/a como del público.
- No forzar la voz buscando tonos apacibles o tranquilos, ya que suele terminar con voces monótonas, tímidas o desagradables.
Si el/la narrador/a se cansa en medio de una narración o ha de contar un cuento que en aquel momento no le apetece, se aconseja fingir para no hacer decaer el ambiente, sobre todo si el público está concentrado.
El final debe ser contundente y efectivo y por norma general es mejor no recitar una moraleja innecesaria, ya que podría resultar aburrida a los oyentes y dejarlos con una sensación ambigua.
Finalmente, se pueden preparar ejercicios que sirvan para potenciar la creatividad y la expresión de los niños y las niñas a través del cuento. Por ejemplo, dejar que los niños y niñas cuenten el cuento, que lo representen teatralmente o que hagan trabajos manuales sobre el relato, como dibujos o recortes de los personajes principales.
Fuentes de información: BRYAN, SC. Com explicar contes i Mestres
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